Queridos hermanos:
Este curso 2022 – 2023 que comenzamos viene lleno de cambios. Cambios que influyen en la parroquia, en la Iglesia, y en el mundo. Y como no puede ser de otra manera, todo ello nos afecta. En ocasiones nos hace sentirnos perdidos descolocados, o sin fuerzas.
En otras ocasiones, son el mundo y la sociedad en la que vivimos los que nos llevan a pensar que la fe es algo del pasado al no ver frutos, o incluso pensamos que es algo particular y privado.
La Sagrada Escritura nos enseña y muestra que es en los tiempos recios, en los momentos de mayor debilidad, como ocurrió durante los cuarenta años por el desierto, o los años de destierro de Israel, o en las tentaciones de Cristo después de cuarenta días sin comer ni beber, o incluso en la llamada crisis de Cafarnaum, y por supuesto en la cruz, donde Dios nos habla de una manera más clara y directa.
Es en esos momentos donde nos concede un mayor conocimiento suyo. Nos ofrece, también, una mayor fortaleza junto con el don del Espíritu Santo que nos orienta y guía en nuestra misión.
Es en este sentido donde os querría animar a cada uno, a que desde nuestra experiencia y necesidad particular, y no desde planteamientos generales y abstractos, dijésemos qué necesito encontrar en la parroquia de San Ireneo y que ahora no tengo, con el fin de hacer de ella mi lugar especial de oración, paz encuentro, consuelo, y belleza.
En estos pocos días que llevo entre vosotros muchos me habéis dicho que es una parroquia escondida: pues hagamos de la necesidad virtud. Que san Ireneo sea la parroquia del consuelo, de la escucha y de la paz en un Madrid donde todos vamos corriendo. Que todos los que trabajáis en estas oficinas de alrededor encontréis en San Ireneo vuestro remanso de Paz. Vuestra Betania particular, reposando vuestra cabeza en el Corazón de Cristo.
Por eso os indico a continuación en la parte de detrás de la hoja unas posibles pistas para hacerlo posible.
Muchas gracias por vuestra entrega y testimonio
¡Que Dios os bendiga!
Fdo. Álvaro Maldonado González
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